Cómo minimizar los efectos del cloro de la piscina

Cómo minimizar los efectos del cloro de la piscina

El cloro es el desinfectante más utilizado en piscinas y es altamente seguro para todos. Sin embargo, el mismo agente que mantiene el agua libre de patógenos puede provocar molestias cuando la concentración de cloro libre, el pH o la ventilación no se controlan correctamente. Afecciones respiratorias, irritaciones cutáneas u oculares y un cabello áspero después de la sesión son quejas entre nadadores de piscina que entrenan durante todo el año y que pasan mucho tiempo dentro del agua, pero que eventualmente puede darse en tu piscina o en la de tu comunidad. 

El papel del cloro y por qué “huele”

El cloro libre oxida material orgánico y destruye microorganismos. El característico olor a “piscina” no procede del cloro en sí, sino de las cloraminas, subproductos que se forman cuando el cloro reacciona con nitrógeno procedente del sudor, la orina o los cosméticos. Si una instalación desprende un olor intenso, paradójicamente significa que hay poco cloro disponible y muchas cloraminas en suspensión, un cóctel que irrita ojos y vías respiratorias. Cuanto mayor sea la carga orgánica, más cloraminas se generarán y más rápido descenderá el cloro libre.

Afecciones más frecuentes vinculadas al cloro

  • Irritación ocular y conjuntivitis química: Las cloraminas gaseosas alteran la película lagrimal y elevan el pH local; la sensación de “arenilla” y enrojecimiento se acentúa en sesiones largas.

  • Broncoconstricción inducida por ejercicio: El aire cálido y saturado de cloraminas puede desencadenar tos, sibilancias o sensación de opresión torácica, incluso en nadadores sin asma previo.

  • Dermatitis irritativa y xerosis: El cloro oxida los lípidos protectores de la piel; la barrera cutánea pierde agua y aparecen descamación o prurito.

  • Daño capilar: La cutícula del cabello se levanta y se pierde proteína keratínica, dejando el pelo opaco y quebradizo.

  • Rinitis y sinusitis: La mucosa nasal se inflama tras exposiciones repetidas, favoreciendo infecciones secundarias.

Variables que aumentan la exposición

  1. Concentración de cloro libre y pH: Valores por encima de 3 ppm o pH por debajo de 7,2 potencian la formación de cloraminas volátiles.

  2. Temperatura y humedad: El agua caliente acelera la reacción química y la humedad impide que los gases se dispersen.

  3. Ventilación deficiente: En piscinas cubiertas, la falta de renovación de aire multiplica los compuestos volátiles en la superficie.

  4. Tiempo de sesión y carga de entrenamiento: Entrenamientos superiores a 5 000 m implican exposición prolongada.

  5. Número de usuarios por calle: A más nadadores, mayor aporte de sudor, orina y cosméticos.

Medidas a tomar  antes de entrar al agua

  • Ducharse con agua y jabón neutro: Reduce en un 40–50 % los compuestos nitrogenados que reaccionarán con el cloro.

  • Retirar maquillaje y cremas: Muchos cosméticos contienen aminas que reaccionan rápidamente.

  • Escoger gafas con sellado de calidad y ajuste ancho: Disminuye el contacto ocular con el agua clorada.

Cuidados posteriores a la sesión

  1. Ducha templada de al menos dos minutos para arrastrar cloro residual.

  2. Jabón con vitamina E o pH ligeramente ácido (≈5,5) para restaurar la película hidrolipídica.

  3. Aplicación de crema corporal emoliente en los cinco minutos posteriores —la llamada “ventana de hidratación”—.

  4. Champú quelante con EDTA o vitamina C una o dos veces por semana para eliminar cloro unido a la fibra capilar.

  5. Gotas oculares sin conservantes si persiste irritación; evitar colirios vasoconstrictores.

  6. Suplementación: Antioxidantes como la vitamina C y el zinc favorecen la reparación cutánea.

Tecnologías que reducen la necesidad de cloro

  • Electrólisis salina: Genera hipoclorito in situ con concentraciones más estables y menor olor; requiere un aporte inicial de sal al agua.

  • Fotólisis UV combinada con cloración: La radiación UV inactiva patógenos y degrada cloraminas; permite trabajar al límite inferior de cloro libre.

  • Sistemas de ozono: Potente desinfectante que oxida materia orgánica; el cloro solo se utiliza como residual.

  • Bromo: Se disocia menos con el calor y produce bromaminas menos irritantes, aunque es más caro.

  • Peróxido de hidrógeno (oxígeno activo): Útil para spas y pequeñas piscinas por su rápida descomposición.

Consulta al personal técnico sobre los parámetros de desinfección y ventilación, y solicita que exhiban a la vista las últimas mediciones de cloro y pH: es un derecho del usuario.

Señales de alarma que requieren valoración médica

  • Disnea o tos persistente más de 48 h.

  • Dermatitis con fisuras o sobreinfección.

  • Conjuntivitis con fotofobia intensa o exudado

  • Rinitis con obstrucción nasal total o sangrado.

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