Cómo detectar y corregir la contaminación del agua de tu piscina antes de que aparezcan los problemas

Cómo detectar y corregir la contaminación del agua de tu piscina antes de que aparezcan los problemas

Mantener el agua de la piscina en condiciones óptimas va mucho más allá de que se vea cristalina. Patógenos como Cryptosporidium y Giardia pueden sobrevivir a cloraciones ligeras. A eso se suman bacterias como E. coli y virus como el norovirus, responsables de diarreas, otitis y erupciones cutáneas. Este artículo reúne señales de alerta, métodos de diagnóstico y estrategias de recuperación que van más allá de las soluciones obvias para que tu piscina siga siendo un espacio seguro.

Indicadores visuales y sensoriales de contaminación

  • Color y turbidez: un agua lechosa o con tonos verdosos delata desequilibrios de pH o cloro e, incluso, exceso de calcio.

  • Olor intenso a “cloro”: indica acumulación de cloraminas provocada por falta de cloro libre, no lo contrario.

  • Biofilm o espuma: la película verdosa y viscosa revela proliferación de algas verdeazules potencialmente tóxicas.

  • Irritación ocular o cutánea inmediata: suele asociarse a pH bajo ( < 7,2 ) o cloro muy alto ( > 3 ppm ).

  • Manchas marrones o rojizas: señalan contaminación metálica; vale la pena comprobar hierro o cobre en el agua de llenado.

Contaminantes más frecuentes y su origen

Contaminante Vía de entrada típica Efecto en bañistas
Cryptosporidium, Giardia Fugas de pañal, vómito Diarrea prolongada, dolor abdominal
Algas y cyanobacteria Luz solar + cloro insuficiente Dermatitis, olor desagradable
Cloraminas Sudor, orina, cosméticos Picor de piel, ojos rojos
Metales (Fe, Cu) Agua de pozo o tuberías viejas Manchas y sabor metálico
Calcio alto Dosis excesiva de hipoclorito cálcico Agua turbia, incrustaciones

Métodos de diagnóstico fiables y económicos

  1. Tiras reactivas multifunción: miden cloro libre y combinado, pH, alcalinidad y dureza; ideales para el control diario a bajo coste.

  2. Kit DPD líquido o fotómetro: aporta precisión profesional (± 0,1 ppm) en cloro y bromo; útil en piscinas comunitarias.

  3. Medidor digital de pH: con electrodos reemplazables; calibra cada mes con soluciones tampón 7,00 y 4,01.

  4. Pruebas de metales: reactivos para hierro y cobre recomendados si observas manchas o tono cobrizo.

  5. Muestreo microbiológico puntual: conviene enviar 100 ml al laboratorio cuando haya brotes repetidos de gastroenteritis.

Plan de acción para recuperar el agua paso a paso

  1. Cese de uso y retirada de sólidos

    • Suspende el baño y retira hojas o residuos con red.

    • Si el incidente involucra materia orgánica (pañal, vómito), evacúa la piscina y alerta a los usuarios.

  2. Diagnóstico rápido

    • Usa una tira reactiva para conocer niveles de cloro, pH y alcalinidad antes de tratar.

  3. Choque químico calculado

    • Objetivo: cloro libre a 10 ppm durante 24 h en piscinas de liner o gresite.

    • Ajusta el pH a 7,2 con ácido muriático para maximizar la eficacia del cloro.

    • Alternativa sin cloro: peróxido de hidrógeno al 30 %, dosificado a 5 l/100 m³ con filtración continua.

  4. Filtración y floculación intensivas

    • Mantén la bomba funcionando 24 h seguidas y añade floculante líquido (10 ml/m³).

    • Al día siguiente, aspira los sedimentos a desagüe para no devolverlos al vaso.

  5. Reposición y reequilibrio

    • Restablece cloro diario entre 1 y 3 ppm, pH de 7,2 a 7,8, alcalinidad 80–120 ppm y calcio 200–400 ppm.

  6. Verificación final

    • Comprueba transparencia ≥ 25 m (disco negro en fondo profundo) y ausencia de irritación ocular tras el primer baño de prueba.

Prevención: rutinas sostenibles y tecnologías de apoyo

  • Pruebas programadas: cloro y pH dos veces al día en temporada alta; análisis químico completo dos veces por semana.

  • Ducha previa de 60 s: elimina hasta el 70 % de los microorganismos de la piel y reduce la formación de cloraminas.

  • Cambios parciales de agua: renueva el 10 % cada mes si los sólidos disueltos totales superan 1 500 ppm.

  • Cloradores salinos y control automático: generan cloro in situ, mantienen 1–3 ppm constantes y guardan los datos en la nube.

  • Lámparas UV o reactores de ozono: desinfectan sin subproductos; combínalos con un residual de cloro para protección continua.

  • Robots limpiafondos y cepillado semanal: impiden colonias de algas en esquinas y escalones.

  • Gestión de bañistas: limita el aforo y exige pañales acuáticos de calidad a menores de tres años.

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